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Consumo de bebidas isotónicas y energéticas no para de crecer en Chile

Autor: Comerciante, publicado el

Ya están establecidas como una opción ante las bebidas tradicionales no solo individuales, si no que también familiares.

Una década bastó para subir de 0,4 a 3,6 litros el consumo mensual promedio de las llamadas bebidas funcionales por parte de los chilenos. “Aquello ocurrió entre 2011 y 2021, y se prevé que siga aumentando en los próximos años”, sostiene la ingeniero comercial y secretaria académica de la Escuela de Ingeniería Comercial en la Universidad de Las Américas, Patricia Esparza.

Al inicio de su aparición se asociaban con actividades deportivas o al aire libre de carácter individual. Más adelante se comenzaron a consumir en reemplazo de las bebidas gaseosas azucaradas. Hasta que hoy en día se consideran bebidas funcionales, ya establecidas como una opción de bebidas no solo individuales, si no que también familiares.

Las bebidas isotónicas ayudan a reponer pérdidas electrolíticas, en especial luego de una actividad física. En tanto, las energizantes disminuyen la fatiga física y mental en personas que realizan muchas actividades diariamente, aportando mayor vigor.

Las bebidas energéticas e isotónicas se asocian con estilos de vida más saludables. No solo quitan la sed, si no que también agregan equilibrio o vigor al cuerpo a partir de algunas sustancias de sus componentes. Entre ellos, sodio, vitaminas, minerales, cafeína, guaraná y elementos antioxidantes y más. Se utilizan para reponerse de la fatiga, como también para acompañar los estudios o el trabajo.

Se deben localizar en espacios separados de las bebidas comunes y corrientes. Siempre deben estar refrigeradas y debidamente señalizadas con sus advertencias. De esta forma el cliente las puede consumir con responsabilidad y suficiente información..

Por último, Patricia Esparza recuerda que “las bebidas energéticas e isotónicas no son recomendables para toda la familia, ya que los componentes que contienen, en algunos casos metilxantinas y alcaloides, pueden generar estados ansiosos y de vigilia en niños y adolescentes. Y en otros casos pueden ser contraproducentes en adultos con alguna afección cardiacas, cardiovasculares o gástrica. Al igual que en todo consumo, sugiero evitar los excesos”, concluye.